Cómo gestionar las relaciones en la era de las redes sociales

01.09.2025

La ansiedad y el agotamiento están en su punto más alto. Dependemos más que nunca de estar conectados a través de las pantallas, desde mensajes y redes sociales hasta Zoom y juegos en línea. Todas estas herramientas nos conectan más, y para algunos fueron un verdadero salvavidas durante los muchos meses y años de confinamiento por la pandemia.

Pero ¿cuál es el costo para nuestras relaciones más íntimas? Y si el uso constante de pantallas nos distrae y nos impide disfrutar de la compañía de quienes amamos, ¿nos está quitando más de lo que nos da?
 
Diseñados para suministrar dosis de dopamina al cerebro, los sonidos, colores y sonidos intermitentes de nuestros teléfonos inteligentes nos mantienen constantemente "consultando" e interrumpen tanto nuestra concentración como nuestra conexión con los demás a lo largo del día. Nos fascinan porque nos enfrentamos a una ingeniería bastante sofisticada cuyo único objetivo es mantenernos enganchados, haciendo clic y navegando. Las dosis de dopamina son la recompensa, pero a medida que el sistema dopaminérgico se desensibiliza, deja de ser satisfactorio, pero nos mantiene aferrados a más. Ahora estamos atrapados en la tiranía del ansia.

Lamentablemente, podemos alejarnos de quienes amamos porque, admitámoslo, las personas son más complejas que las pantallas. Pero también nos alejamos de lo bueno.

Sin embargo, existe otra sustancia química que se relaciona más con la conexión que con la recompensa: la oxitocina. Conocida como la "hormona del amor" o la "hormona del abrazo", la oxitocina también es la que une a padres e hijos e implica el contacto físico, que puede ser tan simple como tomarse de la mano o abrazarse. Tanto la dopamina como la oxitocina son neurotransmisores cerebrales que impulsan el comportamiento. Pero la oxitocina es única porque nos conecta y nos conecta con los demás; se libera a través del contacto físico, tanto sexual como no sexual, y reduce el estrés y la ansiedad. La necesitamos para sentir confianza y bienestar.

Si usted ha experimentado la sensación de estar excluido de su pareja debido al uso de pantallas, o si ha sido acusado de excluir a quienes ama, entonces usted se encuentra entre los millones de personas cuyas relaciones sufren la atracción atencional de los dispositivos.

Cuando nos centramos en la distracción fácil de las pantallas (¡que es literalmente interminable !), nos alejamos del momento presente, de nuestros cuerpos y de cualquier conexión real con los demás. Nos alejamos de nuestra vida real, de las cosas concretas que podemos ver y sentir. Perdemos la capacidad de mirar a los ojos del otro y experimentar de cerca la gama de emociones humanas: alegría, dolor, ira y amor. Nos embotan ante nuestra experiencia humana real y vivida.

El uso excesivo de nuestras pantallas conduce a innumerables formas de desconexión, entre ellas:

  • Menos interacciones cara a cara y contacto físico
  • Competir con la tecnología para conseguir la atención de su pareja
  • Interrupciones durante la intimidad o al hablar
  • Aumento de la ansiedad y el estrés por el uso excesivo de la tecnología (desplazamiento excesivo por la pantalla, comparación de redes sociales, no poder desconectar del trabajo)
  • Retirarse de la intimidad debido a adicciones digitales como la pornografía, las redes sociales, las compras en línea, los juegos de azar o los videojuegos.
  • Aumento de malentendidos y discusiones debido al contacto visual mínimo y la ausencia de señales no verbales (esenciales para la conexión).

Desafortunadamente, el uso excesivo de pantallas es como cualquier otra adicción: lo que comienza como un alivio a corto plazo se convierte en la verdadera causa de nuestra ansiedad. Como ser humano en el siglo XXI, probablemente experimentes alguna forma de esta aflicción.

Aquí hay algunas maneras en las que podemos reducir el control de las pantallas y elegir activamente la conexión con la vida real:

  • Como pareja, establezcan límites en torno al uso de pantallas; elijan momentos y lugares libres de tecnología digital, como en las comidas, cuando dejan los teléfonos fuera del dormitorio o cuando tienen conversaciones importantes.
  • Implementen una desintoxicación digital con su pareja: si es posible, elijan un día a la semana para estar lejos de la tecnología. Planifiquen esos días con otras actividades, como estar en la naturaleza, jugar juegos de mesa, tener una cita o cocinar juntos.
  • Usa trucos para tu smartphone, como configurarlo en escala de grises (que reduce la dosis de dopamina), eliminar aplicaciones o desactivar todas las notificaciones. También existen aplicaciones útiles como ScreenZen , que se pueden personalizar para limitar el tiempo de pantalla.

Y si el uso de pantallas ha creado una gran brecha entre tú y tu pareja, quizás sea momento de buscar ayuda en forma de terapia de pareja. Puede que haya otros problemas que subyacen a la desconexión. Alejarse constantemente recurriendo a las redes sociales, la pornografía o simplemente viendo demasiados videos de YouTube pueden ser formas habituales de evitar emociones incómodas, o pueden ser síntomas de una relación que necesita una reparación profunda.

Una definición de intimidad es compartir una realidad. Compartir una realidad requiere nuestra presencia corporal y centrar nuestra atención en el otro. El filósofo estoico griego Epicteto dijo: «Te conviertes en aquello a lo que prestas atención». Aunque probablemente no sufría de adicción a los teléfonos inteligentes, tenía mente y cuerpo, y prestaba atención. Ser consciente de lo que está en juego —nuestras propias vidas— es el primer paso.